El mar se extiende hasta donde alcanza mi vista. Parece de plata. La Luna se alza redonda, no muy por encima, y lo tiñe. Parece de plata. El mar desde donde lo miro parece de plata pero no lo es y si bajo la mirada veré como se come las rocas a los pies del acantilado. Parece de plata pero no lo es. Es agua salada y fría. Lo sé bien, recuerdo perfectamente el escozor con el que acaricia las heridas.