Amarillo y otros colores

Llego a mi casa, Gijón.
Poso la mochila en la cama.

Atrás deje amarillos de trigo y maíz,
y verdes de chopos
alzándose humildemente
desde la mano del hombre.
Atravesé en ida y vuelta el verde
que inunda todo hasta los montes
que no hacen pie en él.

Rompo ahora el pan con mis manos
y recuerdo la navaja atravesando
la hogaza.
No necesito su filo aquí,
el pan se corta solo casi,
se come solo casi.

Atrás deje las caricias dolientes del sol
y el abrazo inquietante de la niebla,
vi justo después las luces
de la ciudad que no me saluda al verme.
Busque mi casa apretándome los ojos.
Al final el azul del mar,
el único color.

Termino de hacerme el bocata y
desde mi ventana pienso:
Tardare días en diferenciar
todos los grises de las aceras.